El sol comenzaba a asomar, filtrándose por los ventanales de la residencia Limorti, específicamente por la de mi habitación, que en ese momento no era precisamene un lugar de descanso, sino un cambo de batalla después de la batalla. Dos baules, uno a medio desarmar y el otro a medio armar, clara señal que ese año me resistía seriamente a que finalizasen mis vacaciones. Suponía que la Habitación de Isil, sería algo parecido, pero incrementad por tres.
Ambas habíamos extendido nuestras vacaciones hasta el último momento, regresando el mismo día 31 a nuestro hogar y negado a desarmar los baúles hasta muy entrada la noche. Resultado: un CAOS, mi uniforme se encontraba perdido en algún lugar de mi enorme armario, mi ropa mezclada, lo que debía sacar del baul de las vacaciones y llevar Hogwarts , y aquello que se quedaría en casa. Isil, cada dos por tres venía preguntar por alguno de sus artilugios perdidos, revolviendo aun más mi propio caos.
Por fortuna los libros fueron eficientemente enviados desde la librería a nuestra casa, al igual que los calderos y la lista de utensilios que debíamos incluir. Todo eso ya estaba en su respectivo espacio en el baul, ocupando la mitad de este. Mi ropa de diario se doblaba por arte de magia, y se acomodaba en el espacio asignado para ella, mientras que en un compartimento secreto, iba mi mascara, mi segunda varita y claro, mi capa de satín negra.
- Supongo que eso es todo - susurré al ver como la ultima prenda se doblaba a la perfección. Solo faltaba una cosa… Me pare de la cama y fui a mi armario, aquello era algo que no haría con magia. Mi uniforme Ravenclaw, lo saque y contemple por unos minutos, aquel sería el último año que lo usase, ese sería mi último año en Hogwarts. Sonreí melancólica, recordando en todas las aventuras que este me había acompañado. Lo doble y deje en la parte superior del baúl antes de cerrarlo y sentarme sobre él. Desde allí contemple el amanecer del 1 de Septiembre, año en que comenzaba mi último año en la escuela de magia, sin duda no sería un año como cualquier otro, se encontraría cargado de recuerdos, nostalgias y presiones.
Fue sentada en el baúl, que el sueño me embargo, unas pocas horas de sueño profundo antes de acudir a la habitual cita en el andén 9 ¾. Cuando desperté, ya íbamos contra reloj, así que a toda prisa fui por Isil, quien se revolvía buscando su escoba, escoba que olvido ya había guardado. Regrese a mi cuarto, sonriendo al comprender que ella estaba tato o más nerviosa que yo.
Me enfunde en unos jeans y unas zapatillas, y una remera de pabilos, sobre ella una chaqueta y bajé hasta la sala donde el chofer nos esperaba para llevarnos a la estación. Baúles en el auto muggle, Isil con un giratiempo colgando de su cuello y yo con mi bolsa de runas colgando de mi muñeca.
-¿Estas lista? -cuestione cuando la vi bajar las escaleras y pararse junto a mi, como respuesta ella simplemente asintió con la mirada, nos tomamos de la mano y salimos de la casa, tal como lo hicimos hace siete años atrás, con apenas once años, solo que esta vez no éramos unas niñas que iban a su primer año de escuela. Éramos dos adolecentes rumbo a nuestro último año en la escuela de magia, y ya éramos parte de la nueva revolución.
El viaje fue en silencio hasta la estación, donde caminamos a la par, con paso lento como quien va rumbo a una ejecución, pero esta vez demostrábamos que el final de la escuela era algo que deseábamos retrasar. Frente a la barrera nos miramos, con una de esas miradas cómplices, son sonreímos, dándonos aliento y cruzamos la barrera. Ahora estábamos en el andén 9 ¾.
Allí esta Ian, Dimenti, a quienes abrace con alegría, mis hermanos. Con quienes había vivido demasiadas aventuras
- Nos vamos a Hogwarts- Dijimos los cuatro al unisono, y asi subimos al anden. Donde seguro veríamos a Cassie, Terry, Melioth, Finiarel, Katie, Kaleph, y muchos más… Nuestros amigos y compañeros durante siete años de aventuras, aunque a veces los bandos nos dividían